Varios meses después de la aparición de los primeros síntomas de Covid-19, algunos pacientes siguen sufriendo manifestaciones de la enfermedad. Se trata de un fenómeno conocido como Covid persistente.
Un fenómeno que los médicos tratan de explicar
Fiebre, dolores de cabeza, tos, alteraciones del olor… El Covid-19 puede manifestarse a través de multitud de síntomas pero también puede adoptar diversas formas. Si bien algunos pacientes experimentan un resurgimiento de la enfermedad varias semanas después de haberse recuperado, otros experimentan síntomas persistentes. No acaban de recuperarse pese a haber superado la infección por el virus SARS-CoV-2.
Covid persistente en el 10% de los pacientes
En la mayoría de los casos, las manifestaciones del Covid-19 desaparecen quince días después de su aparición. Pero en menos del 10% de los pacientes, los síntomas persisten en el tiempo, a veces más de cuatro meses después del diagnóstico.
Diferentes síntomas durante las recaídas
Durante la fase persistente o durante las recaídas, los síntomas observados pueden diferir de los que aparecieron inicialmente. El más frecuente de ellos es la fatiga, a menudo extrema (astenia).
Esto obliga a una gran parte de los pacientes a interrumpir nuevamente el trabajo que habían podido reanudar después de recuperarse de la infección. Esta astenia a menudo se ve agravada con el menor esfuerzo físico o intelectual y no debe confundirse con la fatiga pandémica.
También aparecen síntomas neurológicos como dolores de cabeza, problemas de memoria, concentración, estado de ánimo, somnolencia, insomnio, o incluso alteraciones sensoriales: hormigueo o sensación de ardor en las extremidades, en el cuerpo o en la cara, dolor neurogénico (que afecta a los nervios), alteraciones del equilibrio, mareos o sordera o, más raramente, problemas para tragar y del habla o problemas con la regulación de la temperatura corporal.
Algunos pacientes han referido síntomas cardiovasculares y torácicos: opresión y dolor en el pecho, palpitaciones o cambios bruscos de la frecuencia cardíaca, dificultad para respirar (disnea) durante el esfuerzo o tos.
Algunos pacientes con formas largas a veces desarrollan síntomas cutáneos.
En torno al 30% de los pacientes comunican otros síntomas, aunque con menor frecuencia: dolor muscular o tendinoso, recaída más o menos pronunciada de la anosmia, signos digestivos (diarrea o dolor epigástrico), signos cutáneos o vasculares con inflamación…
En la mitad de los casos de Covid persistente se observa un intervalo libre de algunos días o semanas entre el primer episodio sintomático y los sucesivos episodios. Estos síntomas fluctuan, pero en algunos pacientes se presentan semanalmente o incluso a diario.
Fatiga, un síntoma pesistente
Investigadores de la Universidad de Oxford analizaron las publicaciones de Twitter de usuarios que afirmaban verse afectados por Covid-19 durante más de 60 días. Observaron un aumento de síntomas atípicos en algunos de ellos, como insomnio, taquicardia, acúfenos o dolores musculares.
Otro trabajo publicado en la revista MedRxiv, reveló que la fatiga es un síntoma que perdura en el tiempo. Para averiguarlo, los investigadores siguieron a 128 voluntarios que habían sido afectados por la enfermedad. Descubrieron que más de la mitad de ellos informaron sobre fatiga persistente 10 semanas después de que aparecieron los primeros síntomas. No hubo asociación entre la gravedad de Covid-19 (necesidad de hospitalización, oxígeno adicional o cuidados intensivos) y esta fatiga persistente, según dicho estudio.
Jóvenes y mayormente mujeres
El estudio PERSICOR estudió a 70 pacientes con infección documentada por SARS-CoV-2. En el 92.7% de ellos se detectaron anticuerpos en sangre, su edad oscilaba entre los 36 y los 51 años, con una media de 45 años. El 78.6% eran mujeres. Aproximadamente la mitad de las personas afectadas presentaba síntomas alérgicos y el 13% tenía antecedentes de patología autoinmune personal o familiar.
Principales hipótesis
- La primera y más obvia hipótesis es la que postula que, en algunos pacientes, el virus podría permanecer presente, reproduciéndose a nivel de la nasofaringe, el tracto digestivo o en otros lugares del cuerpo. Sin embargo, hay pocos casos en los que se haya demostrado formalmente que el virus se replica durante mucho tiempo.
- También se planteó la hipótesis de que el virus podría haberse propagado hacia zonas como las células portadoras del receptor ACE2, que permite la entrada viral. Esta propagación del virus se ha demostrado en la fase aguda en las células endoteliales en caso de congelación, pero también en otros órganos en las formas más graves (células cardíacas, células digestivas, riñones, etc.).
- Otra hipótesis es la de la reinfección por SARS-CoV-2, situación que existe, pero que aún parece excepcional. Además, la mayoría adquieren anticuerpos frente al virus. Por supuesto, aún sería necesario saber si éstos confieren protección. El conocimiento de infecciones por otros virus nos ha enseñado que no todos los anticuerpos son necesariamente protectores, e incluso si lo son, podría ser que esta protección sea solo temporal.
- Una última hipótesis sugiere que algunos sujetos podrían desarrollar una respuesta inmune inapropiada debido a un trasfondo genético particular. En ellos se desarrollarían respuestas inmunes excesivas e inadecuadas, es decir, su sistema inmunológico atacaría a su propio organismo. Tal situación ya ha sido descrita en determinados síndromes postinfecciosos, dando lugar a reumatismos o pericarditis.
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